Entre otras muchísimas cosas, nos hicieron creer que no había referentes literarios femeninos, o que los que había eran pocos y menores. Ni rastro de ellos en tantos planes de lectura. Y resulta que no, que existió Doña Emilia y se dedicó a escribir relatos -no uno ni dos, TREINTA Y CINCO- en los que denunciaba la violencia física o psicológica contra las mujeres, bien sea ejercida por sus parejas, bien por sus padres, bien por sus novios, bien por la sociedad patriarcal española de finales del XIX y principios del XX, con su religión, su qué dirán y su no te pongas histérica. Lo peor de este libro es la vigencia que tiene. La puñetera vigencia. Lo mejor es que existe, que está maravillosamente escrito -menudo poderío en el género cuentista- y que es una bomba cronológica. Hay una literatura de calidad que refleja y denuncia el machaque (en este caso ibérico) a las mujeres en el XIX y la editorial Contraseña lo ha rescatado. Gracias. Muchas gracias.
Recomendación: a gustosos de literatura decimonónica en general y literatura feminista pata negra en particular.
Foto cabecera: diariodenavarra.es



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