Lo mío con este hombre es para hacérmelo mirar. Si le hubiese visto andar, sé que me gustarían hasta sus andares, así que quien busque leña, que cambie de blog. Ese caos ordenado que practica Enric para pasearnos por las calles y la historia de una ciudad me fascina. Si además hablamos de la capital de Italia, uno de mis eternos objetivos turísticos, la cosa se pone ya más tensa que la cuerda de un violín. Lo he disfrutado relamiéndome en cada capítulo, especialmente los dedicados a Berlusconi, al Vaticano y a la mamma italiana; mirando de reojo las hojas que faltaban, deseando que no se acabara. Me ha gustado más que el de Londres pero menos que el de Nueva York, pero es que, ya perdonaréis, fue en Nueva York donde conocí a Enric, y -como diría él- eso marca.

Recomendación: a fans de Roma/Italia, a gustosos de literatura de viajes y, por supuesto, a incondicionales del Sr. González.