Como dije en el club de lectura no sé si ha sido el tiempo transcurrido desde que cayó mi último Halfon, o el momento en el que me pilla o la humedad relativa o el chá-chá-chá, pero cómo he disfrutado este hijo cualquiera. Lo sitúo al lado de la Biblioteca bizarra y me quedo con unos cuantos relatos/capítulos/unidades halfonianas para releer de tiempo en tiempo. Que por algo soy una «lectora hija de puta» según la maravillosa clasificación que encontramos entre sus páginas. Aunque tenemos memoria, bibliofilia y ternura paterna, creo que este hijo cualquiera es la forma en la que Halfon coloca el post-it de la paternidad en el tremendo corcho de su producción literaria, en cuyo centro está la construcción identitaria de la persona. Y sí, esta sí es autoficción que consigue conmoverme, con la que comulgo y de la que no quiero que se acabe. Quizás la única -o de las poquísimas- que acepto como animal de compañía.
Recomendación: a gustosos de temática de paternidad, memoria, identidad y fans de la literatura del yo.
Foto cabecera: lanacion.com
Me alegro mucho que te haya gustado
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Hola, todo Halfon vale la pena. Y algo me dice que el comentario previo, Anónimo debe ser él mismo, que siempre responde.
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