Mi referencia sobre este libro era «el de los suicidios, de Halfon«. Pocas veces una simplificación se quedó tan escandalosamente corta. No me avisaron de lo que sacude, ni de la escritura «estomacal» (este fue su primer libro), ni del juego autoficcional que lleva el autor con el respetable (su propio padre vive), ni de que con este minúsculo librito empezaba lo que él llama «su proyecto» literario: una constelación de textos hilados que conforman el mosaico de su obra. Halfon estructura un tremendo grito de un hijo a un padre ausente e implacable con una letanía de escritores que se quitaron la vida. Hay una lírica dolorosa en la narración de cada suicidio, una sombra de responsabilidad paterna que atomiza el -perfecto- título mientras comienza a despuntar de soslayo el gran tema halfoniano de la identidad. Estamos hablando de 68 páginas (como dijo él ayer en Pamplona que aconsejaría hacer a su propio hijo si quisiera dedicarse al oficio), escritas con todo, hasta sangrar. Por cierto, el primer ejemplar de Jekyll&Jill que atesoro es en sí mismo artesanía editorial. Brutalmente hermoso, como este «primer llanto» de Eduardo.

Recomendación: a gustosos de cuento pata negra (de género inclasificable) sobre relaciones paterno-filiales saturnales.

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