Novela que se enreda con la anterior: en los lugares, con los personajes, incluso en el tiempo; pero si en aquella destacaba la venganza en esta señorea la tragedia. Parece que siempre hay búsquedas en las historias de Mariana, casi peregrinaciones, por tierras brutales sin nombre que universalizan las miserias de los protagonistas. Aquí la excusa la pone una mujer, Lina, quien abandona el terruño seco -donde todos los días son iguales- persiguiendo el mar y otra forma de vida. Cómo disfruto esta escritura que tiene tanto de novela telúrica, donde una quebrada, un cielo «acribillado de estrellas» o el agua marcan los destinos de los personajes. Seguiremos leyendo a Travacio, claro.
Recomendación: a quienes gusten de tragedia artesanal en entorno hostil.