Hay placeres en la vida que a veces se nos olvidan, porque llegan tan de tarde en tarde que por el camino los olvidamos (somos animales inmediatos) pero precisamente por eso cuando se te plantan delante la ilusión es implacable. Y Travacio lo ha hecho. Con una historia de venganza universalizada (cerros, montañas, nada de topónimos) violencia, silencios y culpa nos da un meneo que para la segunda página te viene todo: el placer inmenso de descubrir una escritura artesana, somera, sin descripciones ni paja de relleno, con las palabras justas y la lírica exacta que te devuelve la fe en encontrar tesoros en las pilas de novedades. Como si existiese el milagro.

Recomendación: a buscadoras de placeres lectores escritos en castellano. Salgo pitando a por «Quebrada». Mil gracias a la librera Nerea.

Foto cabecera: revistaruda.com

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