Orquesta de desaparecidos, de Francisco Javier Irazoki

Alguien me dijo que había estado en la presentación de un libro suyo hace poco. Que buena gente. Que majo. De alguna forma se quedó su nombre atado con imperdibles en el disco duro. Ayer repasaba con los dedos la «I» de Ishiguro, buscando uno de esos «aquí te pillo, aquí te mato» de tarde de biblioteca que tanto ansiamos; deseando que nos salga bien la jugada y que usemos la biblioteca para olvidarnos del mundo entero dentro de un libro y no para estudiar, cuchichear con la pedorra de al lado o mirar el móvil, como estaban haciendo el 95% de los presentes. Ishiguro no me estaba llamando nada y en la misma balda esperaba agazapado Irazoki. Cayó solito, como quien no quiere la cosa, con su prosa lírica, fragmentada, de corte autobiográfico, plagada de metáforas e imágenes por donde se pasean amigos (Antoñana, Panero, Aramburu, el carpintero de su pueblo) o bien recuerdos de infancia y juventud o -y de ahí el título- una orquesta entera de asuntes que encabezan su hermana y su padre muertos. Las referencias literarias y musicales (jazz, blues, clásica…; luego he sabido que Irazoki trabajó de periodista musical) también aderezan estos textos cortos (dos páginas de media) con su narrativa siempre acabada en moraleja o aforismo que me ha gustado pero que podría cansar si me leyera otro libro con este mismo andamio. De momento gana Irazoki a Ishiguro uno a cero.

Recomendación: a gustosos de prosa lírica autobiográfica, desde franquismo, pasando por transición, hasta 11-S.

Foto cabecera: lanocheenblancodegranada.blogspot.com.

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