En su día, del tridente clásico (Ilíada, Odisea y Eneida) yo opté por la Odisea (la vuelta -que le costó dios y ayuda… unos 20 años- de Odiseo/Ulises desde Troya hasta su casa de Ítaca), y me lo pasé cañón, así que voy a aprovechar para recomendaros primero la lectura de la Odisea, un libro de aventuras donde no falta absolutamente de-na-da. Bien, en el caso que nos ocupa, Margaret, consciente de que estas historias se escribieron desde un punto de vista masculino y no pudiendo parar quietica con ello, se lanza a darnos la versión de Penélope (voz narradora de este libro) a partir del misterio que supone el asesinato de las doce criadas. Porque cargarse a los pretendientes era de esperar, pero Odiseo además ahorcó a las doce chavalas en el mismo lote. Y ese es el detonante -ver prólogo- de la escritura del libro. Éstas aparecen en forma de coro (quien haya leído/visto tragedias clásicas reconocerá el homenaje), y sirven para que Atwood construya su propia versión de los hechos. La que a mí más me ha gustado es la de Penélope, paradigma de esposa fiel por excelencia desde la Antigüedad, pero a la que nadie había dado voz hasta ahora. Cierra Atwood con su teoría sobre los mitos pre-clásicos en los que se asentaría este episodio del asesinato de las doce criadas pero que a mí me ha sobrado. Me quedo con la Penélope cabreada, harta, inteligente y siempre sola que nos cuenta la historia. Me ha encantado, claro.
Recomendación: a gustosos de mitos revisitados, fans de la Odisea y de historias de mujeres.
«A gustosos de mitos revisados, fans de la Odisea y de historias de mujeres» Pleno al tres. Tal y como dices en tu reseña parece sobrar la historia de las doce criadas. Sin embargo, alguna justificación narrativa encontraría Atwood. Ni que decir tiene que la leeré.
Seguramente ya conozcas el cuento de Moterroso en que revisa el tema de la Tela de Penélope.
Un saludo
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Hola. Revisando el tema de Penélope te copio un poema de un amigo. Espero que te guste.
La nueva Penélope
(Para Florentino Ariza, maestro)
El día en que Penélope no quiso
seguir con su costumbre tejedora,
escogió de su armario aquel vestido
cortado en telas mágicas y alegres
y pidió a su doncella que anunciara
que la reina quería diversiones.
Brotó entonces en Ítaca la danza
y el teatro y el canto y la poesía.
Penélope reía como nunca
desbordándose toda de alegría,
y era un prodigio verla entreteniendo
la fiesta con sus frases ocurrentes:
“Lo malo de casarse con un héroe
-decía a sus amigos más cercanos-
es que emplea sus fuerzas en batallas
que no tienen que ver con mi hermosura”.
Y de repente iba hacia la orquesta
para pedir el ritmo chispeante
de una canción entonces muy de moda
que hacía las delicias de la gente
“collige, virgo, rosas”, y bailaba
con locura la polca no inventada,
y en brazos de otro hombre halló el consuelo
de verse, con sus años, deseada.
Hasta el día en que Ulises llegó a puerto
y el aire se inundó de dalias frescas,
pues el amor eterno nunca muere
aunque a veces disfrute entre la espera.
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Épico. ¡Gracias!
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