Desde hace algún tiempo me dedico a sacar una foto del libro que me llevo a la peluquería para leer mientras me despluman y la subo a Instagram, ayer le tocó el turno a este de Claude Roy. Aprovecho la chorrada para reivindicar la lectura de libros en estos establecimientos, ya que ayer sufrí un verdadero acoso por parte de alguna para enchufarme una revista de pedorreo. Todos los ataques (hasta tres) los sufrí con el libro en la mano. Coño, ¿no ves que ya estoy leyendo?, para rato suelto esto, maja, si no es para empezar el otro que llevo encima por si este lo termino antes de que saques las tijeras. Pongan lectura decente en las peluquerías. Fomenten el bookcrossing, si quieren, pero dejen de dar la brasa con el papel couché. Al ajo, que me pierdo. Estos libricos de José J. de Olañeta tienen, además del cómodo tamaño, el buen gusto en su selección, en este caso son 50 páginas (¿quizás se podría haber metido otro texto breve?) pero que dan y sobran para hacer agradable un intervalo de espera (véase rollo de inicio), en este caso, con un fanático de las librerías que equipara los libros con sus mejores amigos. Literal. No podía no gustarme, pero me ha sabido a poco.
Recomendación: a deborahdores, adictos a las librerías (también de viejo) y a interesados en librerías parisinas.
¡Hola!
Justo me he apuntado a un maratón de lecturas cortas, y aunque ya he elegido los libros, me apunto este por si acaso me da tiempo a más. Es una pena que te haya sabido a poco, pero a mi es lo que me suele pasar con los libros tan cortos. Siempre necesito un poco más.
Un beso
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Yo también me llevo siempre un libro cuando voy a la peluquería. E indefectiblemente también, me preguntan que si quiero una revista… Grrrr…
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