La dicha, de Katherine Mansfield

La-dichaRecordaba haber disfrutado de relatos de la Mansfield pero no de qué puñetas iban (el disco duro de servidora se formatea solo y ya no retiene ni la mitad de la mitad de lo leído) , así que me he lanzado decidida a por esta «Dicha» (edición bilingüe e impecable de Ken) y cuando pensaba que me había metido de lleno en un jardín británico de principios del siglo XX con un «peral henchido de flores» (sic) y una cantidad obscena de gozo por doquier, rubor en mejillas y esos «Oh, Henry, qué feliz soy» que dan repeluco del bueno… he visto la patita del lobo por debajo de la puerta. No porque una sea muy sibilina -que también, el piensa mal y acertarás lo llevo a rajatabla- sino porque el tufo de felicidad burguesa de la protagonista escondía un hostión como un pan en algún sitio. Y he dado en el clavo. No defrauda la -gran- Mansfield. Y con ello se ríe de los rubores, los tirabuzones dorados y el henchido peral florido en su puñetera cara. Gora Katherine.

Recomendación: a gustosos de decimonónicos con miga . Esto cae en… ¿20 minutos?

NOTA DE PRÉSTAMO: la edición y el contenido amortizan el asunto de calle.

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