
No es Greene santo de mi devoción. No ha conseguido nunca moverme ni un pelo de emoción, pero fue tocar el librito de Ken de este año y adoptarlo todo uno. El culpable absoluto en este caso es Pau Cassany y su arte. Yo diría que supera al inglés, quien defiende un texto sobre la nostalgia de la infancia y la inocencia perdida que se saborea más gracias a la aportación ilustradora de Cassany. Una delicia de Ken. Otra más.
Recomendación: a gustosos de relatos breves sobre inocencia perdida e infancia añorada.
Foto cabecera: Jordi Socías, lavozdegalicia.es