En esta gymkana quimioterápica resulta difícil tanto escoger como continuar lecturas. Había que escuchar a quienes me conocen y volver a Serguei para disfrutar de momentos de gloria como los que me ha dado «Sherioza». En este volúmen se encuentran dos trabajos (uno de su etapa soviética y otro de su etapa de inmigrante en NY) unidos por el hilo común del oficio de escribir. En el primero se goza y se alucina con las barbaridades burocráticas, censuras y prohibiciones que sufrió el autor en la URSS; en el segundo con las desventuras por ejercer su oficio en EEUU. Es el libro más político de Dovlátov de los que he leído hasta la fecha, el más autobiográfico según clama él mismo en las primeras páginas y en el que más he disfrutado de su vocación de escritor. Qué queréis que os diga a estas alturas, leer a Dovlátov es siempre una buena idea.
Recomendación: a dovlatovmaníacos, como servidora; a gustosos del oficio de escribir, sobre todo en circunstancias adversas, a fans de historias de disidentes soviéticos.


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