No le pillaremos a Don Arturo en un lapsus cálami (que es como el linguae pero por escrito), sin embargo otro gallo canta en la historia, los personajes, la verosimilitud y todos los sacramentos que debe llevar un buen plato. Esto de «Falcó» empieza como «Liberad a Willy Primo de Rivera», que está preso en Alicante, pero mandando a nuestro Bogart canallesco, de pasado oscuro y aires de dandy, con su reloj de marca, su sonrisa torcida y sus tres segundos de mirada aguantada por cualquier mujer que se le cruce. El típico «pieza» que se arrima al sol que más calienta (y en el bando nacional caía a plomo), curtido en mil batallas sacadas de todas y cada una de las películas que le molan al autor. Exacto, apenas hay uno o dos clichés en el libro. A nada que hayas hecho los deberes ya sabes que a José Antonio no lo salvó ni el agua del Jordán así que la cosa gira a contraespionajes varios. Me es imposible evitar una mención especial para el capítulo 2, titulado con el ultra-cañí «Suspiros de España» y que nos va a dar en el club de lectura para unas dos horas de análisis (voy avisando), por esos «senos germánicos», (en general pueblan el libro «vigorosas hembras» por doquier, pero en este episodio la fisonomía y la actividad sexual están condicionadas especialmente por el pasaporte) y, sobre todo, porque esas páginas 42-43 dignas de ganar el Bad Sex Fiction Award 2016 (y años sucesivos) no pueden, es que NI PUEDEN NI DEBEN caer en ojo roto. Le sacaremos partido aunque sea lo último que hagamos con el artefacto. Que será lo último, tranquilas.

LA CITA: Café Deborahlibros, sábado 26 de agosto, Molino San Andrés de Villava, 18h. (Traed mandarra, porque el despiece va a salpicar).

Recomendación: a gustosos de historia cañí de espías en la Guerra Civil.

Foto cabecera: Guadalupe de la Vallina, jotdown.es