Akira (Vol. 1), de Katsuhiro Otomo

¿Que cómo se pasa de leer a Natalia Ginzburg a meterte un manga? Muy fácil, quedándote sin lectura porque la infantería se ha enganchado a la bio de Zlatan Ibrahimovic que tenías en el Kindle y cuando miras las lecturas disponibles en un apartamento vacacional sólo encuentras un listín de páginas amarillas y esto, que lo ha traído precisamente la infantería de casa de tu ex. Así cae mi primer manga, con grandes probabilidades de ser el último. No me ha gustado el ritmo de limaco apoyado en cuatrocientas mil viñetas (aprox.) innecesarias para ilustrar una simple pelea o una persecución. Efecto Comando G, Mazinger Z u Oliver y Benji (según generación). Mención especial para la traducción de las onomatopeyas que indican los jadeos por, atención, «puf, puf». No sé cómo jadea el traductor pero cuando resuello yo no articulo una oclusiva bilabial ni con palanqueta, vamos. Luego están el mundo postapocalíptico nuclear, los adolescentes rebeldes, la conspiración gubernamental, la correspondiente resistencia y el tufo a elemento mesiánico. No falta nada. A no ser que mis oráculos del cómic indiquen lo contrario, me alejo del género echando virutas. Menos mal que recuperé mi Kindle dos días antes de acabar las vacaciones.

Recomendación: a quien le guste el manga.

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