Dos Ardicias llevo y ya huelo que han agarrado por banda la franja final del S.XIX, principios del S.XX y escarban en ella para sacar textos enterrados en el olvido literario de estos lares. El que nos ocupa es un libro de viajes y no es precisamente el género santo de mi devoción. No siéndolo he disfrutado de este paseo en bici por las regiones italianas de Las Marcas y Umbría de un señor muy leído y educado (Panzini) a quien por su prosa te imaginas pedaleando con monóculo, luego buscas su imagen en Google y todo se ratifica. Las referencias literarias y religiosas (recorre los lugares de origen de Leopardi, Francisco de Asis y Dante) son constantes y lo que más me ha gustado ha sido la descripción del paisaje. Esos valles, bosques, pueblos y plazas que ya no existen tal y como las conoció Panzini, igual que ya no existe ese viajar que murió a manos del turismo. Leer esto ahora es como encontrar a Livingston acodado en la barra de una cafetería de aeropuerto. Choca, pero lo agradeces.
Recomendación: a gustosos de literatura de viajes con tintes decimonónicos. A fans de Leopardi, Dante Aligheri, Francisco de Asis (y su amiga Santa Clara).
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