En este blog acabamos el 2016 a lo grande o no lo acabamos. Y nunca es tarde si la biblia es buena. Porque esto es la biblia de cualquier amante de la lectura, de los libros, del acto de leer, o de como quiera que queramos designar esa cosa que ocupa uno de los máximos placeres en nuestras vidas. Quiero creer que somos legión, qué leches. Pennac ataca el proceso del hábito lector, el nacimiento de ese placer, las barrabasadas que imprimen en él el sistema educativo y los inocentes padres deseosos de que sus hijos lean. Durante el trayecto Pennac nos deja perlas del Caribe bibliómano una detrás de otra, no concibo otra forma de leer este libro si no es con un lápiz; sí, es de esos, y para colmo lo hace con sentido del humor. Termina con una especie de Declaración Universal de Derechos del Lector que para estas horas ya está en camisetas y tazas de medio mundo. La argumentación de ese decálogo recoge absolutamente todo lo necesario para que un extraterrestre entienda el proceso y la motivación de la lectura. Yo menos mal que lo tengo ya forradito, con mis marcas, en mi estantería, para volver a él una y otra vez, como se vuelve a los textos definitivos: constantemente.
Recomendación: a cualquiera que lea, que enseñe, que enseñe a leer, que quiera que sus hijos u otras personas lean. Él añadiría quizás que a cualquiera que sueñe o ame.
Foto cabecera: reportouritaly.it
Maravilloso libro. Recomendable a cualquiera y sobre todo a los padres de niños en edad de empezar a leer y a profesores. Les ayudará a hacer niños y personas lectoras y sobre todo les ayudará a no darles el coñazo.
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