Mi pobre experiencia con «Libros del Asteroide» me dejaba siempre un poso insípido en los ojos. Prometían sus lecturas pero a menudo acababa torciendo el cuello, si no cabreada-; no terminaba de encontrar uno que quisiera TENER, he ahí la prueba del algodón, el punto de no retorno en las estrellitas de opinión de quien suscribe. Tenéis delante (la foto de) el libro que ha dinamitado la racha de lecturas templadas, porque esto ha caído como una bala de cañón al rojo -nunca mejor dicho- vivo. Las memorias de un tío que nació en la URSS y aterrizó como inmigrante judío ruso en el barrio de Queens, NY, en 1979. Destaca por encima de todo un sentido del humor a prueba de bomba, un reírse de sí mismo, de su familia, de sus neuras, de su país de nacimiento, del de adopción, de su religión y de cualquier otro tema y subtema que se cueza en el libro. Una tragicomedia que me ha fascinado donde no falta la amargura, el dolor y unas cuantas carcajadas. En especial me han enamorado la construcción de la identidad del inmigrante y el choque, no, el hostión cultural que se mete con siete años al salir de Leningrado. Sus reflexiones infantiles soviéticas con su héroe Lenin, sus miedos en Italia «nos estamos pasando al enemigo» y su llegada «ya somos el enemigo» al mundo capitalista que había aprendido a demonizar. Fantástico.

Recomendación: a gustosos de memorias de escritor judío americano nacido en la URSS (a ver cómo le etiqueto) con sentido del humor a paladas.

Foto cabecera: Getty images.