
Reconstrucción de un suceso de 1990 en el que un chaval navarro de 17 años se quedó a la deriva en una tabla de windsurf en el mar Mediterráneo durante 30 horas de esas que parecen 30 años. Relato de un náufrago a la foral. Nos cuentan (en primera persona) el cuajo que le echó para no rendirse y abrazar «el mar», juegan -bien- con los géneros y en este caso el experimento funciona. Verosimilitud conseguida. Aunque a mí el libro de Eduardo Laporte me hubiese gustado más sin Eduardo Laporte. Me explico: la recreación del hecho en sí me ha gustado, lo que no me interesa es saber si Eduardo se pierde buscando una cala, si tiene LinkedIn, si su novia le mira mal, si tiene bloqueo del escritor o si no ha cobrado no sé qué artículo. Si no soy de metaliteratura, lo de incrustar el diario del autor en la obra ya ni os cuento. Parece que intenta construir un paralelismo entre entrevistador y entrevistado (un símil entre náufragos) pero o bien no funciona o bien soy yo, que no aguanto tanto «cómo se hizo..» del libro dentro del libro. Por lo demás, bien.
Recomendación: a gustosos de relatos de superación en el mar. Se lee en media hora.