Ya dije que necesitaba una dieta de emergencia. Sólo hay que volver a él para encontrarse con la literatura. Más admiración tengo por quien, después de haberse escrito esto que nos ocupa, se atreva a decir ni mú sobre la soledad, la tristeza, la desesperanza o la pobreza. Pena me dan quienes intenten retratar un ambiente axfisiante, un entorno sofocante que vaya a juego con un sinvivir o quienes estén buscando el diálogo justo, la descripción precisa con apenas media frase. Tampoco se puede superar ese final, un tratado sobre cómo atomizar un mundo en una sola palabra. Es la segunda vez que la leo y en esta ocasión he visto más Rulfo, aunque no sé si es el libro o soy yo, lo que sería más probable. Porque avisa la mujer del coronel nada más empezar «Nos estamos pudriendo vivos» y ya desde entonces se me ha antojado la voz de Pedro Páramo.
Recomendación: literatura pura para quien quiera un buen chute.