Alguien en la cuadrilla escribe un libro. Te enteras a toro pasado -buena estrategia- y le dices, hombre, que rule, ¿no?. Otro que ya ha caído te comenta por lo bajo que «es un coñazo tremendo» (sic), pero «que se lee rápido», que se pasa pronto, vamos; peor todavía te lo pone tu contrario (y es su cuadrilla, joder) cuando te dice que no piensa leerlo. Y tienes cena el día 8 con Aitor y a ver qué le dices. Aitor estudia Historia del Arte en su tiempo libre y con este libro pretende explicar qué coño ha pasado para que una cama revuelta deje de serlo y pase a subastarse por 3 millones de euracos. A mí el tema me interesa porque tengo cama y puedo revolverla a saco; y el repasito por la función del arte a lo largo de la Historia me ha venido bien, porque lo tenía todo un poco oxidau desde COU. La introducción a marchantes, galerías, casas de subastas y ferias varias se agradece más. El libro no es de lectura ágil, está -muy- condensado, tiene erratas (jodé que si tiene erratas, Aitor, habérmelo pasado antes y te lo dejaba niquelado); pero sí te deja clara una cosa: el valor simbólico de la obra de arte lo carga el Diablo y todos chupan y choran a su alrededor a mansalva. Más barra libre que nos va a petar en la cara.  

Recomendación: a gustosos de teoría del arte, repaso acelerado de la Historia del Arte y el pedazo tinglado del mercado del arte. 

NOTA DE PRÉSTAMO: Me lo han pasado pero, al precio que tiene, lo daría por amortizado.