¿Por qué esta resistencia fisiológica a arrimarme a autores que escriben en castellano se me agrava con los de la península cuando caigo en un -buen- autor hispanoamericano? ¿Por qué no me sacudo de encima la pegajosa sensación de que nos dan mil vueltas, de que agarran la lengua castellana por banda y hacen lo que les da la real gana? Y (lo) hacen bien. No son sólo los localismos -en este caso, mexicanos-, que nos saben exóticos, son también los anacolutos, los juegos de malabares con la puntuación, las comparaciones sin opción a réplica, los coloquialismos perfectamente plantados. Se te antoja que Herrera moldea la lengua como si fuera plastilina en vez de mármol de Carrara y además cuece con ella una historia que engancha: Alfaqueque, mediador y apagafuegos de bajos fondos, suspirando por Las Tres Veces Rubia, su pedazo vecina, con epidemia desatada en México profundo y a ver qué hacemos con estos fiambres. No le falta de nada. Vamos con el tanteo: librero nuevo (de Walden) 1-Deborahlibros 0. A ver cómo coño empato yo esto.
Recomendación: a gustosos de chambas mexicanas con morras impresionantes e intercambio de cadáveres bajo epidemia griposa.
NOTA DE PRÉSTAMO: Amortizado de lejos.
Suena muy tentador, esta editorial hace cosas muy interesantes.
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