Si nos ponemos a sintetizar hasta el tuétano, Ray pertenece a ese grupo de yankies que se dedican a radiar su entorno con esa asepsia periodística y gélida que inauguró Hemingway y que para muchos resulta inaguantable. A mí me gusta. Suelen ser concretos, ir al grano, no como esos escritores rusos que se remontan a tres generaciones anteriores para decirte que la vecina tenía los ojos azules y se estaba asomando a la ventana en ese momento. Hay quien prefiere el paseo largo, yo en este caso, voto por los atajos. En lo que se tarda en aguantar un telediario gubernamental, Carver expone una serie de radiografías de las relaciones personales, convivencias de pareja, que dan como para hacer una clasificación antropológica de la vida cotidiana marital de su barrio. Con menos de media docena le basta y le sobra. El último cuento es el que pita, salta por los aires él solito. Recreando la muerte. De Chejov. Nada menos.
Recomendación: Imprescindibles para amantes del relato corto en general. A quien quiera relato sobre la convivencia de hombres y mujeres en la era moderna. Y saber cómo murió Anton Chejov, claro.
NOTA DE PRÉSTAMO: Con Carver y Capote me he saltado la promesa de no comprar libros en papel hasta el verano… de momento ha valido la pena. Ha sido una apuesta segura.
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