No hay nada más triste que el 1 de septiembre, así que el título se me antojó adecuado para reducir el tsundoku en estas entrañables fechas. Sin embargo me ha cansado esta turrada -la he acabado para poder escribir esta entrada- y me he sentido bastante alejada de esta chavala de 18 años que navega por Saint-Tropez con fulanito después de saludar a la amante de papá número 5.789 y de rechazar la idea de currar con un «no seas ridícula» casi británico en un verano tan opuesto al pamplonés (la última semana de agosto bajamos a 10º). La desconexión en mi galaxia ha sido muy fuerte, no sé si me explico. Sí le concedo a Sagan, una vez colocado el libro en contexto, que levantara ampollas una novelita en la que una cría hiciera lo que le saliera de mismísimo moño en los años cincuenta y se quedara adormilada con indolencia sobre la cálida arena mientras reflexionaba sobre la musculatura de Cyril. Hoy en día me ha parecido el truño interminable. Muevo ficha.

Recomendación: a gustosos de historias de niñas (muy) pijas en la Riviera Francesa.

Foto cabecera: harpersbazaar.co

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.