Le digo a mi librero de cabecera que no estoy para muchas leches y que me está costando concentrarme con el circo romano de mayo-junio que tengo montado, así que me receta este librito escrito hace 800 años por un monje japonés. El texto ocupa 30 páginas, el resto -hasta 150- son un prólogo de Soseki (bien), una tesis doctoral de una francesa en la que me he perdido totalmente (que si véase las «Notas del pabellón del estanque» que si, chica, ese verso me recuerda al «Sutra del Loto») y por último otro estudio literario-filosófico («Retiro y poesía», se titula) de un tal Tamamura Kyo. El caso es que de las 30 páginas de Chomei, diez son para describir la porquería de época medieval que le había tocado vivir (incendios, terremotos, hambrunas, no falta de nada y todo es familiar) y a partir de ese momento se muda a una cabaña al monte y que le den por saco a todo.

Y ahí sí, gente, ahí sí. Son 20 páginas de soledad, vivir sin miedo (ergo libre) y disfrute de la naturaleza que por un breve momento te hace sacar las meninges de tanto estrés y tanta podredumbre actual. Una vez más, atinó Dani.

Recomendación: a gustosos de literatura zen, ensayo budista y tesis doctorales sobre literatura japonesa. MARAVILLOSA edición anotada de Errata Naturae, por cierto.

Foto cabecera: Hiroshige, Coastal landscape in moonlight, vía fr.wikipedia.org

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