Para esto vais a necesitar casco de espelología, una media docena de botellas de 15L de oxígeno, víveres, agua y saco de dormir, porque mientras estéis en él, además de no poder respirar, no podréis ver la luz del sol. Olvidaos. Perded toda esperanza. Sólo hay catervas de violencia -física, psíquica, verbal, sexual, ancestral, de todas las clases- y dolor «indisoluble» en una serie de monólogos interiores que te sumergen en ese espacio axfisiante y viscoso de La Matosa, un paraje mexicano donde no se vive, se sobrevive, y donde ha habido un asesinato: la excusa de la autora para enseñarnos la deshumanización y el machismo que habita su país. Golpizas, violaciones, orines, vergas, drogas y salvajadas varias salpican un texto que te ahoga la cara como si fuera aquel alien, el octavo pasajero. Que necesitaréis todo ese mentado equipo para salir indemnes de su lectura es cierto, pero también necesitaréis un cajón bien lustroso en el que tallar el nombre de Fernanda Melchor, con todas sus letras, para el podio de grandes escritoras en lengua castellana. De ahí ya no la baja nadie.
Recomendación: a valientes y a gustosas de literatura cruel (según Ovejero).
Foto cabecera: infobae.com
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