Interesante trabajo de autor francés en el que una blusa transforma a una joven modosita y callada con vida monótona en joven desinhibida sexualmente e independiente. El tema principal del libro, por tanto, es determinado comportamiento sexual femenino. A Bastien le gusta el riesgo, sí. El catalizador es la blusa, la mirada de los demás (todos hombres) hacia ella se convierte en deseo sexual en cuanto se abotona la blusica. Esa dependencia de un objeto -que el autor estira hasta el absurdo- para poder vivir libremente es lo que más me ha gustado del libro. Donde hay blusa podría haber rímel, antiarrugas, medias monas, toda una industria, ya me entendéis. La manía de usar el cliché de la estudiante de literatura ya si eso… la obviamos y la necesidad de aprobación masculina que subyace es lo que más invita a reflexionar: no sé si es una denuncia o le ha salido inconscientemente, pero ahí está, desde la página 1 hasta la última. Pena que no estén abiertos los bares porque esto es carne de club de lectura.

Recomendación: a gustosas de novela gráfica que da juego para sobremesa, merienda y cena.