
Por primera vez, voy a reseñar un libro que todavía no se ha publicado. Se trata de un adelanto que me enviaron los amables señores de Nórdica Libros aunque está coeditado con Mármara. La librera cuelga la escuadra pero la bloguera no cuelga el teclado, así que vamos a descuajeringar un poco el artefacto de Vigdis, el cual salía de la casilla 1 lastrado por la anterior lectura de Alexiévich. De los niños con cáncer de Chernóbil pasamos a niña violada por su padre. No sé si os hacéis idea del veranito que llevo (se aceptan sugerencias de lecturas compensatorias en los comentarios) pero así no. La autora vikinga nos cuenta este episodio y su consecuente onda expansiva en cuatrocientas páginas de monólogo con estilo indirecto. Cua-tro-cien-tas. Ni un diálogo. Miento, hay uno en la última página, pero ni ilusión hace encontrarlo. Conseguido está el relato del proceso por el que la protagonista descubre que había sufrido agresiones sexuales en la infancia, algo que tenía completamente reprimido hasta la edad adulta. La verosimilitud aquí funciona al 100%, así como todo el tinglado familiar que se monta ante el temita. Los dramas, los bandos, las rupturas. Lo que no funciona, porque se abusa de ese estilo indirecto ad nauseam, es la forma. Yo al menos he terminado hasta el clavicordio que no tengo.
Recomendación: a gustosos de dramas familiares con historias de abusos paternos, relaciones materno-filiales tóxicas y psicoanálisis escandinavo.
Foto cabecera: litteraturfestival.no


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