Era difícil. Me ha costado arrimarme pero una vez empiezas, es imposible parar.  «El arte de volar» tiene un peso específico en mi vida (lectora). Supuso mi bautismo, hace siete años, en este género además de ser uno de los mejores cómics que he leído nunca.  Si en él Altarriba homenajeaba a su padre en este volumen le toca el turno a la madre. Esa ausencia escandalosa del anterior libro se resuelve en este con nota. Con una estructura menos currada que en el anterior y sin el despliegue de metáforas visuales de aquel, «El ala rota» recorre de forma cronológica la vida de una mujer pobre, de pueblo, religiosa y trabajadora con cuya historia te gana en el minuto uno. Fue llegar a este mundo y empezar a ser puteada. Su vida podría ser la de cualquiera de nuestras abuelas. Encontramos menos trabajo formal, como he dicho, pero una historia que a mí personalmente me ha calado más -y ya es decir- que la del padre. Es terminar de leerlo y lamentar que Antonio Altarriba «sólo» tuviese un padre y una madre.

Recomendación: a cualquiera que guste de novela gráfica, imprescindible para quien haya leído «El arte de volar».