Las novelas de Élmer Mendoza no van a toda pastilla, es que nacen ya revolucionadas. Tragarse el formato de diálogo con sus guioncitos y sus «dijo» o «respondió ella» y soltar las conversaciones como ráfagas de metralleta, unido a la velocidad en la que suceden los acontecimientos tiene como resultado que acabes de leer pidiendo a gritos un Aquarius. Esto es justo lo que yo necesitaba en este momento si bien recuerdo haberme reído más en la anterior entrega del Zurdo Mendieta y ese universo sinaloense al que me mantengo religiosamente pegada. Tenemos una trama en la que se atropellan -desde mitad del libro aprox.- los sucesos y flojea de purismo policíaco (queda herida de gravedad la verosimilitud, como daño colateral) en la que al Zurdo le secuestran al morro y ya todo se sale de madre. Todo esto no nos ha importado un carajo porque necesitábamos pillar este tren en marcha, con sus maravillosos mexicanismos y sus disparates, así nos termine cayendo bien medio cártel.
Recomendación: a seguidores del detective Zurdo Mendieta, a gustosos de narco-novela entretenida.
NOTA DE LECTURA: Jamás había comprado un libro electrónico con tantas erratas. Si está igual la versión en papel (si hay alguien en la sala que lo sepa que silbe, por favor) no tengo el cuajo de traerla a la librería para venderla. Me daría vergüenza ajena. A Random House Mondadori y a Amazon no les da ninguna, evidentemente, por cobrar por una copia electrónica que da verdadero asco.
Igual me repito, pero no puedo con este tío. Su estilo me parece infumable.
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Tranquilo, sois unos cuantos, mi madre tampoco pudo con él 🙂
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LOL
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