Solo pido un poco de belleza, de Bru Rovira

descargaFabuloso, me dijeron. Y encuentro vidas en los comedores sociales, en las reuniones de ex-alcohólicos, en los parques, bajo los cartones, en los hospitales y cementerios de Barcelona. Esas vidas colaterales y casi siempre invisibles de una urbe inmensa narradas por un periodista que en función de escribano (contador de historias, según su relato) recoge la memoria de estas personas rotas por el alcoholismo, la pobreza, las drogas, los desahucios o la violencia. Y descubres en ellas a poetas, a pintores, a coquetas minyonas, a libreras jubiladas sin dinero ni para respirar, a padres preocupados, a víctimas del sistema de mierda en el que nadamos; para terminar exponiendo lo que tantas veces se repite de boquilla pero tanto cuesta tocar, oler y escuchar: que una persona no es una enfermedad, una adicción o una condena por robo. Siempre hay mucho más y Rovira abre la baraja y expone todas las cartas, sacudiendo ese espacio cómodo y habitual en el que nos movemos. El de La Vanguardia fotografía con palabras la realidad y nos enfrenta a lo que no queremos ver, la versión periodística de lo que Ovejero definió como función principal de la literatura cruel. Fabuloso periodismo cruel, sí.

Recomendación: a gustosos de reportaje cinco estrellas sobre la Barcelona que no aparece en los circuitos turísticos. A cualquiera con un mínimo de sensibilidad social.

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