Se pueden escribir libros y se puede crear literatura, modelar monumentos artesanalmente que fotografíen la muerte, el dolor, la miseria del alma humana, el adulterio o la locura con palabras y órdenes que otros antes no han utilizado. Ese es el reino de unos pocos, entre ellos Faulkner. Un maestro al que miran los artesanos posteriores. Destilado o no, este hombre es una joya en bruto. La excusa para esculpir esta obra es un coro de voces rotas narrando la muerte y posterior traslado del féretro de la madre por parte de su familia a través de un macondo estadounidense.
NOTA DE PRÉSTAMO: Después de varios viajes desde la biblio, me lo compré. Lo hubiera hecho de todas formas.
Recomendación: obra de arte no apta para períodos depresivos.


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