Santuario, de William Faulkner

No hacen falta muchas páginas para darse cuenta de que una está ante un grande -muy grande- de la narrativa. Razón véase en la wikipedia y los manuales de Historia de la Literatura. Sensaciones personales en siguiendo: la tensión psicológica y sexual que crea en los primeros capítulos es de tal calibre que ni llamando a los de Iberdrola se consigue manejar tanto voltaje. Los silencios. Descubrimos que McCarthy bebe silencios, el arte de decir sin nombrar, del señor Faulkner. La novela va -como dice ella misma aquí– del mal, de la injusticia y de las lágrimas. Pero de las de todos. Alegrías buscadlas en otra canción. Si éste lo escribió por pasta y le tuvo tirria toda al vida, no quiero pensar en los que escribió por amor al arte. Caerán más. Sin remedio. 
Recomendación: a buscadores de oro literario que no lo hayan catado ya. Denso y brutal como él solo, eso sí. 

3 Comments

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  1. Una antigua edición de este libro reposaba en el último estante de mi biblioteca con sus hojas pasando del amarillo al ocre. Gracias a tu reseña ha descendido y está cómodamente acostado en un lugar 10-15 de mi intercambiable pero segura pila de próximas lecturas. Lo cual quiere decir tres meses como máximo.
    Influyente, Deborah !!

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  2. Del amarillo al ocre, jajaja…. Conozco ese proceso, y el de la pila interminable también. Eso sí, si luego no te gusta, reclamaciones al maestro armero, ¿eh?, aunque creo que vas a disfrutar del estilo….:) ¡¡Saludos!!

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