No es justo, pero ha llegado a mis manos con el lastre de la comparación con Tiempo de vida y eso ha jugado en su contra todo el partido. Y mucho. Y así no hay quien mejore el marcador. Si no caigo en la tentación, Luz de noviembre es un digno ejercicio de exorcismo personal tras una experiencia bastante dura: perder al padre y a la madre en apenas doce meses -por enfermedad- cuando tienes veinte añitos y no sabes ni por dónde te pega el aire. A Eduardo el huracán vital este que nos baila a todos le dio una leche de espanto, queda claro en el libro, que se lee en dos tardes. Si me lanzo a los brazos de la odiosa comparación, lo único que tienen en común ambos libros son las motivaciones. 
Recomendación: a quien busque reflexión vital en torno a la enfermedad y la muerte. 

2 respuestas a “Luz de noviembre, por la tarde, de Eduardo Laporte”

  1. Deborah ! Las temáticas de este tipo hay que dosificarlas. En exceso nos acabarán conduciendo a la depresión.

  2. Para remontar no se me ha ocurrido mejor cosa que atacar Santuario, de Faulkner… Mare de deu…

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