Continúa el giro hacia lo fantástico o paranormal que inició en El ángel negro y que se había interrumpido con Los atormentados y Los hombres de la guadaña. No tiene el ritmo de esta última pero es Connolly del bueno. Parker vuelve a escena sin sus amigos gays -prácticamente desparecidos en esta novela- para averiguar los motivos que llevaron a su padre a matar a dos jóvenes y después suicidarse cuando él era un adolescente. Deja cabos sueltos, (ambigüedades típicas del autor, mantiene el suspense y las ganas de seguir comprando, imagino) pero la historia se mantiene en pie con dignidad a pesar del protagonismo fantasmagórico y demoníaco de algunos y la ausencia de Louis y Ángel, que, en mi opinión, son de lo mejor que ha creado el irlandés.

Recomendación: imprescindible para seguidores de la serie de Charlie Parker. Para el resto, mejor empezar, mínimo, con dos antes de atacar éste: Todo lo que muere y El ángel negro.