Durísimo. Esto tuvo que ser un aldabonazo en plena Guerra Fría. Briggs dibuja una situación de holocausto nuclear en la casa de una pareja de jubilados ingleses, personajes a su vez inspirados en sus propios padres, de ahí la ternura y cariño que se mastica hacia ellos desde el minuto 1, pero donde contrapone además la ignorancia e impotencia del pueblo llano frente a esos «poderes fácticos» que tanto menciona el abuelo y que juegan con nuestras vidas como si fuésemos fichas del parchís. Un pedazo de alegato anti-nuclear.
Recomendación: a gustosos de cómic con enjundia y/o histórico y a fans de apocalipsis varios.
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