Ayer la librería Auzolan de Pamplona (fundada en 1977) anunciaba su cierre este mismo mes. No sé si esta es la batalla del abismo del Helm librero, pero huele como tal. Las dos fuerzas enfrentadas se cristalizan en grandes superficies -o cadenas de librerías- versus librerías independientes. Auzolan causa baja en este último bando. Ambos no son sino un reflejo de lo que ocurre en todos los demás sectores: tiburones vs comercio local, con la particularidad de que en esta guerra la librería independiente bascula constantemente entre la necesidad de hacer caja (y comer) y la voluntad de ofrecer algo alternativo -y a poder ser mejor- a lo último de María Dueñas (llamadlo activismo iluso librero), mientras que el otro bando tiene muy claro su único criterio de selección de producto. Es respetable, es más sencillo y práctico, pero no es el mío, nada más. Por tanto, este 23 de abril, en vista de los desembarcos paletizados de novedades, sobre los cuales sólo puedo emitir un «creo que está bien/tiene buena pinta» ante preguntas del respetable, me ha dado por intentar ofrecer únicamente libros que me he leído, independientemente de sus fechas de entrada y de caducidad en los ránkings de ventas, si es que alguna vez estuvieron en ellas. El objetivo lo vamos a poder cumplir aproximadamente en un 90%, ganando bastante margen para responder cualquier pregunta respecto a los libros y al mismo tiempo poder aumentar el nivel de eficacia prescriptora. También puede ocurrir que sólo nos pidan el último de Pérez-Reverte… pero ya está decidido, no queremos reducirnos a ser dispensadoras de papel, mientras podamos, vamos a salir a las trincheras de Sant Jordi a vender, sí, pero también a defender libros.

Nos vemos en la calle, deborahdores.

Foto cabecera: Woman Reading Book While Sitting At Railroad Station by Michael Bartos, Getty Images