Viejos tiempos, de Henri Calet

Calet agarra la Belle Époque por banda y la tritura a base de chinches, miseria, palizas e intercambio de fluidos. Hay mucha mierda en el libro, como existió en realidad, y las etiquetas de «escatológico y obsceno» pueden conducir a engaño. La escatología es la cotidiana, y tiene su función: meterte en contexto. Si la madre de Calet limpiaba váteres para sobrevivir, no vayamos a pensar que precisamente allí olía a flores. La obscenidad no la veo yo por ninguna parte: hay putas, polvos y onanismo… miren a su alrededor, mesedez. Calet cuenta sus primeros veinte años de vida en suburbio parisino -su versión de la Primera Guerra Mundial es impagable- con un estilo llano, directo y conciso al que se le escapan metáforas e ironías que terminan por hacerte desear que hubiese seguido con su autobiografía. Editado por primera vez en castellano por una editorial desconocida para mí y que -eso sí- debe revisar un pelín más los textos. Dicho todo ello, me ha encantado. Merci, Henri.

NOTA DE PRÉSTAMO: asequible en papel y amortizado, a pesar del par o tres de erratas.

Recomendación: a gustosos de relato realista de principios de siglo en suburbio de París.

2 Comments

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  1. Me gusta. La escatología es cuestión de contexto, si no es gratuita, puede ser un elemento poderoso para sacudir al lector o simplemente ayudar a crear imágenes que pervivan en la memoria, nunca olvidaré la descripción del mercado de «El perfume».
    Sobre las erratas, a veces he pensado que lo suyo es denunciarlas con página y apellido, por si los editores alguna vez se leen las reseñas.
    Un abrazo,
    Sonia

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