
A media tarde, en la biblioteca, me meto en este «Blanco» sin saber qué voy a encontrarme, con el único deseo de que no sea como la Ernaux. Con eso me basta. Me sumerjo en un libro estructurado en tres partes y con micro capítulos (algunos de media página) cuyo hilo conductor es el color blanco. No esperaba un libro sobre duelo. Y tan bueno. No esperaba, sobre todo, la lírica. Esa poesía latente en cada párrafo/fragmento/visión/secuencia que van dibujando los caminos, las formas e incluso las texturas del dolor, un dolor que siempre es blanco, color del luto en muchos lugares, y que no siempre es propio sino heredado, hasta acabar la lectura, lo reconozco, emocionada. Un libro precioso. Mi primer Kang ha sido «bingo».
Recomendación: a gustosas de literatura del duelo, prosa lírica y exploradoras de formas literarias.
Foto cabecera: Penguin vía eldiario.es


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