
En esta racha de cómic compulsiva que llevo es el turno para una recomendación de mi gran oráculo de cabecera, alias Javier. Una vez más el oráculo no sólo no ha fallado sino que le debemos una caña, una libretica, un chalet en Torremolinos, lo que sea. Si comprimimos este libro en ese homenaje a un mundo rural extinto que tanto aparece por la red creo que estaríamos dejándonos en el tintero una parte importante de este librazo. La memoria (cómo funciona, cómo mueren los recuerdos, cómo se rescatan, todo lo que provocan, etc) es el gran altar donde Sebastián ha apoyado ese pedazo monumento al mentado mundo rural. El trabajo léxico es una virguería, también os lo digo, y el dibujo -con todo el lote- te dispara a tus propios juegos infantiles, a la fiambrera de metal de la abuela, a esos paseos por el campo recogiendo hierbas para el canario de la tía Carmen. Yo no usé chavos, pero sí cromos de picar. El viaje en el que te mete Ronson empieza en la familia de César y acaba en los rincones de tu memoria. Una maravilla. Gracias, Javier.
Recomendación: a cualquiera que guste de cómic pata negra.
Foto cabecera: lasprovincias.es


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