
Bueno, el libro lo tenía fichado pero me he marcado una pulsión capitalista de manual y el lunes 30 me lancé a buscarlo. Durante más de media existencia tuve aversión a la temática de adicciones. Pero todo en esta vida cambia y hace algunos años viré, me acerqué y me gusta seguir aprendiendo sobre el tema. Aprender a hablar de consumos, aprender a mirar distinto, separar la enfermedad de las personas y esas cosas de primero de adicciones. Perry era un «pobre niño rico«, sí, pero los relatos autobiográficos (este se suma a las lecturas de Liptrot y J. Matías) humanizan, dan un punto de vista único, ayudan a comprender y, sobre todo, dan esperanza en el territorio de una enfermedad que se encarga de dinamitarla. Asomarse a las memorias de Matthew Perry fascina y encoge el alma a partes iguales, se hace un poco más fácil con su sentido del humor, pero no mitiga observar detalladamente el calvario indecible de sufrimiento que transitó desde la adolescencia. En este libro hay, sobre todo, soledad y dolor. Y en sus páginas son casi una misma cosa.
Recomendación: a gustosos de temática de adicciones.


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