El avance del fascismo en este país en los últimos tiempos nos ha dejado un 18 de agosto perfecto para recordar -a voz en cuello- a Federico y este año he querido hacerlo leyendo esta -magnífica- obra de Alberto Conejero que imagina las últimas horas de Rapún (el último amante de Lorca) antes de morir fusilado en Santander. Se trata de un diálogo entre prisionero y carcelero que sintetiza la razón última de la memoria histórica: no dejar que la verdad muera aplastada por tanta mentira, no olvidar la injusticia. Formalmente me gustó medio dedal más «Los días de la nieve» (ese lirismo que recordaba tanto a Hernández en boca de Josefina es impresionante) pero esta piedra queda en lo alto del podio dramático reciente. Una piedra oscura, como los sonetos del poeta y la infamia de los asesinos, para recordar siempre que nos mataron a Federico.

Recomendación: a cualquiera que guste de leer teatro.

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