Hubo en tiempo en el que un villancico podía emocionarme hasta las lágrimas. Muchos años desplegando mi «navideñismo» militante han traído consecuencias. La principal es que eché el resto con mi hijo, decorando durante su infancia el pino a ritmo de The Pogues y su Fairytale in New York, montando el padre de todos los belenes, etc, etc y este año en el que yo borraba del calendario estas fechas con napalm, él se ha empeñado en poner un árbol minúsculo («nuestro arbusto de Navidad», dice) y en plantar sobre un baúl tres figuras que hemos definido por mayoría como el belén más triste de la Historia. Como la cosa no podía quedar así, hemos desplegado alrededor de un kilómetro de cable con luces led -cortesía de mi distribuidora china local-  por toda la estantería de libros y en nuestro pequeño salón o bien parece que va a saltar John Travolta desde detrás del sofá para echarse un «staying alive» o bien nos atraca la madre de «Stranger things» porque necesita munición. Luego he pensado que tampoco era para tanto mi caída al lado oscuro de la fuerza navideña, porque me voy a tirar todas las fiestas entre cuatro paredes con cientos de libros. Y he visto que eso era bueno.

Estaré en Deborahlibros de LUNES a sábado, de 10.00 a 13.30 y de 16.30 a 20.00

desde el lunes 12 de diciembre hasta el 5 de enero.

El sábado 31 de diciembre cerraremos a las 18.00h.