Con esa carica de bueno a Martin Amis los editores no querían publicarle en Alemania (Deutschland, Deutschland) esta novela más corrosiva que la salsa de albóndigas de Ikea donde me levanto, me rasco las pelotas de oficial, desayuno, extermino a gente un rato, me tomo una copa -detrás de otra- en el club de oficiales, me recoloco la esvástica, extermino otro rato después de la siesta, me tiro a una secretaria, jo, qué peste echan las chimeneas esas y a la noche me voy al teatro con la parienta. Y de tirón llego prácticamente a la impecable caricaturización del nazi medio. Cuatro personajes se turnan en un Konzentrationslanger –trasunto más que evidente de Auschswitz- para ir narrando una presunta historia de amor en un lugar en el que parece material, teórica, biológicamente imposible que nadie tenga algo parecido a eso. Asquito grande da el deslizamiento viscoso del nazi medio a la posguerra, puerta grande del «volvamos a la cordura» y de aquí todo p’alante. Tres cuartos de libro aguantan bien. El último empujón se nos va de las manos intentando explicar, entender, abarcar lo que siempre ha sido imposible de explicar, entender o abarcar. Funciona mejor cuando simplemente Amis nos cuenta su Tercer Reich y consigue que en alguna página echemos una carcajada. Como lo leen.
Recomendación: a gustosos de versión ultra-cítrica-corrosiva del Holocausto/Shoah y Tercer Reich.
NOTA DE PRÉSTAMO: Invertí en Amis (No lo hacía desde «La casa de los encuentros») y lo doy por amortizado.


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