Desestimado 2020: Que tanta paz lleves como descanso (de ti) dejas. Me niego a resumir miserias, así que sólo me centraré en lo bueno: Este año hemos aprendido a tomarnos un gintonic a las seis de la tarde teniendo en cuenta el horario de hostelería, el último BOE y la humedad relativa. Mis padres ya saben hacer videollamadas y mi tía (85 primaveras) ha estrenado perfil de Facebook. También he ido de librerías por primera vez con mi padre (me remito a otra chapa dada en este mismo blog) y este año me he metido, por primera vez en mi vida, en siete aulas llenas de adolescentes de entre 15 y 17 años para intentar enseñarles algo. Y no sólo he salido indemne: me ha gustado. Sí, fue firmar el contrato y mandarnos a casa en quince días, pero ya he dicho que miserias EZ. He vuelto a hacer álbumes digitales (cinco años sin arrimarme a cualquier forma de memoria visual han caído) y he caminado entre viñedos. He respirado el olor a salitre en el Ratón de Getaria y he dormido en un árbol. He caminado por mi ciudad vacía y muda, con cara de pasmo y sensación distópica bajo una mascarilla quirúrgica, y he bailado descalza en la cocina como si estuviera en una rave mediterránea. No obstante, mañana voy a despedirme de ti, 2020, putobisiestodemierda, por todo lo alto.
Os deseo catervas de salud, gente.
Y que en el 2021 nos podamos dar todos los besos y abrazos que nos han robado.
Foto cabecera: playa de Getaria, by servidora.