Un lunes de mierda empieza sin agua caliente o no empieza. Y aunque a media mañana sepas que las estanterías metálicas que ibas a comprar para tu presuntamente reluciente librería no van a aguantar el peso, un pintxo con tu padre en un sitio con buen jamón casi levanta la mañana. Después de ese café la idea de pintarte 100 perfiles metálicos con un rodillico de espuma -no, no es un número al azar- puede resultar pasable porque has visto estanterías que aguantan 120kg. en canal, tamaño deborahdor, dimensión industrial, Dios, aguantan a Cela tumbado echando la siesta, y crees que para después de comer podría dejar de ser un lunes de mierda para pasar a DEFCON 3 (siendo DEFCON 1 = putolunesdemierrrrda), pero no. No contabas con esa visita a la bajera. Con ver el tubo que se ha cargado sin querer el fontanero y que al ser de la época del edificio debe de haber sólo dos personas en todo Navarra cuyo superpoder sea arreglar ese tipo de tubos. Y hay que buscarlos y tienen que venir. Respiras. El pintor dice que esas paredes… así, no. Y las miras y dices tú que tiene razón, así que hay que pensar plan B para las paredes. Y pronto. Y cuando crees que tu lunes de mierda (volvemos a subir a DEFCON 2)  se va a quedar ahí, te explican que, fíjate, nos hemos confundido y para hacer el sitio del contador del agua que da a la calle primero hemos taladrao con toda el alma la fachada de la izquierda para darnos cuenta de que iba a la derecha. Y ves el contador bien puestico en la derecha y el huecazo de la izquierda donde cabe todo el campo base del Annapurna sin problema. Y al llegar a casa no hay calefacción. Y que me voy a la cama a esperar al martes de rodillas, suplicante, y, oye, que lo de que iba a abrir una librería era todo broma, ¿eh?.