Han sido 9 años de charlas comentando libros junto al río, de junio a septiembre. Apenas un par de veces tuvieron que ser a cubierto, por la lluvia, y recuerdo una ocasión en que tuvimos que posponerlo por alerta roja de calor. Lo he liderado teniendo cáncer, con aforo pandémico y en la inauguración de unos Juegos Olímpicos. Qué leches, allí destrozamos aquel de Reverte. La terraza del Molino San Andrés de Villava ha albergado estos 9 años el club de lectura llamado «Café Deborahlibros» y yo, sinceramente, he disfrutado muchísimo. He aprendido, me he nutrido de jugosas recomendaciones lectoras y, lo más importante, he hecho amigas. Este año seguirá habiendo club de lectura en el Molino y quienes me relevan son grandes lectoras, a quienes admiro y aprecio. Estoy convencida de que darán tardes de gloria bibliófila, os quedáis en buenas manos, creedme. Yo seguiré con el club de lectura deborahdor en su versión otoñal e invernal. Sólo me queda dar las gracias a Intro Comunicación y a la Mancomunidad por darme la oportunidad y a toda la gente deborahdora que ha participado en estas 35 sesiones (sólo suspendimos una, por efectos de una quimio) por haber leído más fuerte.
Gracias, gente.


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