Sin paños calientes: esto es una salvajada, pero una salvajada que sucede todos los días, en todos los lugares del mundo. Una voz infantil relata las palizas de su padre a su madre, a ella misma. De su marido (casada a los 13 años) a ella misma. Las violaciones. El inmenso e inagotable terror. Terror en estado puro. La tortura psicológica, la anulación total. Los embarazos no deseados, el deseo de morir. Todo esto lo cuenta Winkler con una prosa poética cargada de metáforas. Cuando las aparca encontramos cosicas del palo: «Soy un pedazo de mierda». Atrás quedan «(Él) tiene que sacarme a golpes la niña de los huesos». «Tiene que meterme a azotes la esposa dentro del cerebro». Un relato que se inspira en hechos reales, Wrinkler noveliza la vida de Filiz, mujer turca que además de sufrir una violencia física y psicológica inimaginable emigra a Austria -ese combo mujer+pobreza+inmigrante es infalible para generar situaciones de injusticia- y donde, leo en una entrevista, conoció a la familia de la autora. En concreto al padre de Katharina, médico, quien detectó los cárdenos adornos que cubrían su cuerpo. Todo lo que tiene de bueno este libro lo tiene de duro y, aviso, es de los que ni te deja dormir ni te deja abandonarlo.
Recomendación: para aficionados a historias brutales. Esto es patriarcado a pleno rendimiento.
Foto cabecera: gunlukburcum.com
Tremendo relato, pero lo más tremendo es que no es ficción y que está pasando cotidianamente y, a veces, no tan lejos como queremos creer. Dicen que no se pueden comprender bien las situaciones de otras personas hasta que no se viven en propia carne. Como afortunadamente no las vivimos en propia carne, debemos leerlas y dejar al corazón que se acerque lo más posible para poder aportar nuestro granito de arena a la lucha contra tanta injusticia y tanto sufrimiento.
Muchas gracias por la reseña de un libro tan necesario, desgraciadamente,
PML
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