9788433974013Esta ha sido una lectura interruptus de manual. El contenido y el formato del libro han confluido con mi caos lector y la conspiración resultante me ha llevado a leerlo a lo largo de casi tres meses. Esta es la reconstrucción novelada de la vida de Annemarie Schwarzenbach (chuasenbach para los de aquí), escritora suiza de familia bien, morfinómana, depresiva, diagnosticada de esquizofrenia, periodista, escritora, viajera, enamorada hasta las trancas de la hija de Thomas Mann y eterna buscadora de sí misma. Puestos a descuartizar, separemos por partes: en cuanto al formato, todo va bien hasta que Melania se pone a charlar. Que si fui a la casa de Annemarie, que si ya no queda nada… Qué manía. Cuando Melania no nos cuenta sus chorradas todo fluye. Otra pega son las prolijas descripciones: con decirme el estilo decorativo ya me he hecho una idea, no necesito saber el material del suelo, el tejido de las cortinas y el color del último azulejo del baño. Nos sobran páginas, sí, pero también es cierto que tanto cachivache te arrastra del pelo hasta el final de cada capítulo, no ha habido abandono. También se aprende a cómo no acabar un libro: con 50 páginas describiendo algunas de las 10.000 fotografías familiares que Melania pudo ver. En la pinta del padre, en el gesto del hermano, en el caballo de mamá encuentro a la Mazzucco en barrena, colada ya hasta las pestañas de la Schwarzenbach y no queriendo acabar el libro que le habrá costado años escribir. En cuanto al fundamento: la identificación con la niña bien que se chuta hasta la salvia del ficus porque no se encuentra a sí misma -y mira que se busca, una y otra vez- en plenos años ’30 mientras Alemania afila sus hachas de guerra ha sido menos que cero. Lo que me ha gustado: Dios, esos viajes. Ese viajar ahora imposible en esas ruinas persas que ya no existen. Esos trenes y esos desiertos con sus lámparas de petróleo en campamentos de arqueólogos que fuman en pipa. El capítulo «Vagabunda» merece él sólo aguantar las interrupciones y descripciones de la Mazzucco, porque es una verdadera maravilla. La relación materno-filial es para nota. Meterse en la familia Mann también ha tenido su morbo literario, no vamos a negarlo. Imaginarte a Carson McCullers babeando por Annemarie o a Auden casándose postizamente con Erika Mann, también. Y el precioso verso de Rilke que ironiza con toda una vida de incomprensión y despecho en el título, claro.

Recomendación: a gustosos de lecturas intensitas y desmenuzadas sobre escritoras viajeras incomprendidas y a buscadores de sí mismos. Aquí tienen su libro.

4 respuestas a “Ella, tan amada, de Melania G. Mazzucco”

  1. Me hacés reír mucho con tus reseñas… tendrías que recopilarlas y hacer un libro. 🙂

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    1. En cuanto acabes tu libro de fotografía, me pongo 😉 ¡Gracias Rocío!

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  2. Lo leí hace dos o tres años. En mi caso fue vía biblioteca y lo acabé en dos préstamos puesto que con el primero no fui capaz de llegar al final. Y pasaron algunos meses entre el uno y el otro, no te digo más. Tenía bastantes ganas de hincarle el diente porque Annemarie me parecía un personaje muy interesante. Al final no sé si realmente no era tal o Melania fue incapaz de destilar algo con todo aquello que fue la vida errante de esa mujer de mirada melancólica. Vida errante por dentro y por fuera así que… material había.

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    1. Interruptus tú también, por tanto. Hay que digerirla despacio, sí. Para mí, le sobran páginas, pero me alegro de haberlo leído.

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