De vagones y librerías

Mañana abro. Ya está. Sí, soy una privilegiada. No porque no haya tenido paro, ni nervios, ni que pedir un préstamo, no, soy una privilegiada porque para llegar hasta aquí he tenido una recua de gente detrás que parecen los viandantes del vídeo ese que anda por ahí del metro, que uno se queda «enganchau» en una puerta y entre todos levantan el vagón en menos de un minuto para rescatarle. Yo me siento así. Como el vagón, digo. Aquí se llega con gente que ni conozco animando a saco por redes sociales y comentarios de blog. Se llega con ex-compañeras animando como cheer-leaders desaforadas. Con la cuadrilla en modo si-necesitas-algo-silba. Se llega con profesionales de diferentes gremios que sí, hacen su trabajo, pero lo hacen sonriendo, empujando hacia adelante y facilitando la vida de servidora en vez de provocar ataques de nervios (eso lo hacen otros que no mentaremos ahora): con unos diseñadores de lujo que te dicen que sí, leñe, que el mordisco sí, y mantienen el tipo al ver tus dibujos cochambrosos; con un as de las redes que se parte la cara con WordPress para dejarte el correo electrónico alicatado. Con un electricista que hace virguerías con bombillas vintage. Con el mejor pintor de este lado del Pirineo. Con el dios de las estanterías metálicas. Con un aparejador que parece el rastreator de los presupuestos, Míster Hyde y el santo Job todo en uno. Con amigas de la carrera de los de vente a mi casa, echas un ojo a las baldas y pillas ideas. Con un informático sin fronteras que dona libros compulsivamente y te agencia casi él solito una sección entera.  Se llega con la Oiartzunada al 100% de ánimos y con un 0.1 seg de tiempo de respuesta estimado en caso de agobio. Con la amiga boticaria que dice que mañana estará esperando en la acera en el momento que abra y me lo creo, que la conozco desde los 12 años. Buenas somos. Con la otra, la de Barcelona, que se peina los instagrames, las librerías, interroga a los llibreters y no se pone ella a despachar mañana porque le viene un poco a desmano. Con la familia francesa animando a cientos de kilómetros. Con la sobrinada haciendo marcapáginas y marcando libros. Algo impagable. Se llega con un contrario que es parco en palabras pero cuando le dices «voy a hacerlo» sólo te dice SÍ. Y es que SÍ. Caiga quien caiga. Con un prolector en casa que te dice «los del semáforo te verán y entrarán a comprar libros», porque no cabe en su mente que la librería de su madre esté vacía. Aquí se llega con un padre y una madre que hace tiempo te demostraron que una se remanga y se pone a hacer cosas y si se mete una leche, se levanta y empieza otra vez. Sí, mi padre también ha hecho las isletas de la librería. Y por último, aquí se llega con una hermana que te mira en una cafetería mientras tu madre está en el quirófano y te dice «ESTOY CONTIGO. HAZLO». Y está. Y lo hago.

Ya os he dicho que yo soy sólo el vagón.

Gracias a tod@s.

23 Comments

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  1. A mi me queda bastante a desmano que se dice, pero ten por seguro que algún día pasaré a escalar estanterías, a acariciar lomos y a sonreír por todo lo que un día fue un sueño y hoy es.
    Ya lo dije en otra ocasión con un vídeo. A volar entonces 🙂

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    1. Ay. De momento From Hell, las Meninas y Paco Roca (y poco más); no he podido pillar Maus y Watchmen 😳 La sección está flojita pero está. Se llama «Con dibujitos». Para cuando me digan «es que a mí con dibujitos «… y les enchufe uno.

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    1. ¡¡Muchas gracias, mis bibliotecarias!!
      Yo me tengo que organizar para veros, pero vosotras ya podéis acercaros para tomar un cafetico cuando queráis. ¡Abrazo fuerte a las tres!

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  2. Yo soy la del semáforo. Llevo unas semanas viendo la obra, desde el semáforo, pensando «¿qué será?» Y hoy lo he visto, y he pensado «¿dónde aparco? mierda, he quedado, pero el próximo día que salga de nadar, aquí me quedo un rato». Y he venido a casa, con el nombre en la cabeza y una nota de móvil, he buscado y me he sorprendido! Alguien por fin dedica un sitio a la necesidad de leer. Bravo! La semana que viene, nadaré para leer después.

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  3. Pues yo soy de los que me emociono cada vez que a alguien, entre soñador(a) y luchador(a), le da por abrir una librería, que no una tienda de libros, en esta ciudad en donde, te lo aseguro, las buenas noticias corren de boca en boca más rápido que un encierro en Santo Domingo.

    Ayer conocí Deborahlibros y solo puedo decir que me fue imposible salir sin un libro, porque has planteado ese lugar con tanto encanto que es como para entrar, comprar el libro y quedarte a leerlo ahí mismo.

    Zorionak, enhorabuena. Por mi parte voy a dar las voces necesarias por ahí, para que mi gente se acerque a disfrutar, a comprar y a seguir leyendo. Porque soy de los que creo que este mundo sería infinitamente mejor si la gente leyese un poquico más.

    Un abrazo

    Dani

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